Cosas para leer: Juego de reyes por Dorothy Dunnett


Escocia, 1547, un gran ejército inglés ha invadido Escocia, buscando forzar a la reina regente, la francesa María de Guisa, que acepte el matrimonio de la reina-niña María Estuardo con el no mucho mayor Eduardo VI, en el clímax de lo que se ha dado en llamar la guerra del Duro cortejo. 

Y en medio del caos resultante, donde muchos nobles y terratenientes deben escoger entre su lealtad a la corona y menos confesables alianzas con los ingleses, un personaje parece surgir para aprovechar la situación: Francis Crawford de Lymond, hijo desterrado de una noble familia escocesa, proscrito dotado de una cultura exquisita y una astucia despiadada, nadie parece tener muy claras sus intenciones ni sus planes ¿es un traidor como todos afirman? ¿un bandido? ¿un asesino? ¿un parricida incluso?.

El personaje de Lymond es el centro de la trama, el motor y el hilo conductor, pero su presencia en muchas páginas es indirecta, se nos describen sus actos, o las reacciones de otros a estos, aparece y desaparece siguiendo sus propios planes. Como Sherlock Holmes, cuya inteligencia es recalcada por la falta de compresión de Watson, muchos capítulos adoptan el punto de vista de las víctimas y los seguidores de Lymond, tan ajenos a sus verdaderos planes, pensamientos y sentimientos como nosotros, o incluso más ajenos, al parecer incapaces de ver más allá de lo evidente. La incomprensión entre los personajes, que se enfrentan entre si por esos malentendidos, es una constante en el libro.

Pero junto a Lymond se mueve una plétora de personajes, históricos y ficticios, desde los diversos miembros de la familia Crawford a la reina-niña de Escocia o miembros de destacadas familias de ambos lados de la frontera. El punto de vista que presenta huye de idealizaciones y fervores nacionalistas excesivos, aunque sus simpatías sin duda se encuentran del lado escocés. Lymond lo expresa directamente en un discurso cerca del final del libro, en que pretende justificar sus actos. La mezcla de historia y ficción, los Crawford son personajes inventados, es atrevida, haciéndoles jugar papeles fundamentales en los acontecimientos aprovechando las lagunas y limitaciones de las fuentes.

En ocasiones, especialmente en las primeras páginas, la lectura se atasca con los continuos cambios de idioma y las referencias, que abundan en los diálogos, especialmente de Lymond. Parece que cada palabra que sale de su boca es un aforismo tomado de Plutarco o una antigua rima occitana o quizás una expresión malsonante española. Sus diálogos son artificiosos y, por ello, a veces ligeramente inconexos, como si las citas que inserta, a veces, no terminaran de encajar realmente con lo que debería decir. En otras ocasiones, cuando olvida esta obsesión por incluir citas en cada frase, los diálogos se vuelven más naturales y más divertidos, igualmente jugando constantemente con la forma en que las palabras pueden trasmitir información distinta a la que se pretende.

Toda la novela está llena de pequeños detalles e ideas que pueden volcarse en una mesa de juego o algunos sorprendentes detalles sobre la Escocia de la época (no he podido evitar sorprenderme al descubrir que la práctica del Curling era un entretenimiento común, por ejemplo) 

El título, por cierto, no un intento de atraer con asuntos parecidos a los lectores de Canción de Hielo y Fuego/Juego de Tronos, la novela se publico con ese título en inglés en 1961, y se refiere al ajedrez, que es una referencia continua a lo largo de todo el libro, y la saga. Esta es la segunda edición de esta novela realizada por la editorial Pàmies (la primera apareció en 2008) que también sacó la segunda novela de la saga Queen's Play en dos volúmenes.  Esperemos que continúen esta nueva edición y la saga completa, los seis volúmenes, vea la luz completa en castellano.

Puntuación : 7/10

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